
LA CATEDRAL DE MURCIA
Es el perfecto punto de partida para cualquier ruta turística por la ciudad. Artísticamente es la construcción más importante y su torre es el símbolo de Murcia. Se trata además del templo principal de la Diócesis de Cartagena.
Se construye a lo largo de cinco siglos (s. XIV-XVIII) y sus diferentes estilos (gótico, renacimiento y barroco) son un impresionante testimonio de la historia murciana. El edificio se inició en 1385 sobre el terreno que ocupaba la principal mezquita árabe de la ciudad.
La torre-campanario mide 90 metros de altura -95 con la veleta-, lo que la convierte en la segunda más alta de España tras la Giralda de Sevilla. Es el punto más alto de toda la ciudad y está compuesta por cinco cuerpos decrecientes en anchura. Cada uno de ellos muestra una variedad artística distinta del resto, lo que le otorga un gran atractivo para el visitante.
El interior es en su mayor parte gótico. Su trazado es de tres naves con girola y capillas, la mayor parte de éstas son enterramientos de obispos y nobles que fomentaron o colaboraron en su construcción. Entre sus 23 capillas hay que destacar la Capilla de los Vélez, de estilo gótico flamígero, con una impresionante cúpula estrellada de diez puntas y la Capilla de Junterones, una de las grandes obras del renacimiento español. También destacan la sillería plateresca del coro, el trascoro o la portada de la antesacristía.
[MAPA-CATEDRAL]
En el altar mayor se conservan el corazón y las entrañas de Alfonso X que así lo dispuso en su testamento en prueba de su amor a Murcia y la fidelidad que la ciudad le demostró.
En el exterior, la Catedral cuenta con tres puertas de acceso:
La fachada principal o Imafronte realizada por Jaime Bort, joya del barroco internacional de excepcional belleza, es única en su género, se levantó gracias a la ayuda del cardenal Belluga -cardenal en Roma y gran benefactor de la ciudad- al que se le dedicó la plaza en la que se levanta y que en la actualidad es uno de los puntos de encuentro y celebración de eventos más importantes de la vida murciana. Los dos temas principales de la fachada son la Exaltación de la Virgen María -a quien está consagrado el templo- y la Glorificación de la Iglesia.
La Puerta de los Apóstoles, de estilo gótico, recibe este nombre por las esculturas de los cuatro apóstoles que la engalanan.
La Puerta de las Cadenas, de estilo renacentista, está adornada con relieves de tres de los cuatro hermanos patronos de la diócesis: San Leandro, San Isidro y San Fulgencio.
También hay que destacar el exterior de la Capilla de los Vélez, que se encuentra recorrida por una espectacular cadena que ha sido objeto de varias leyendas a lo largo de la historia.
Entre ellas, la historia cuenta que fue D. Pedro Fajardo, primer Marqués de Los Vélez, quien mandó concluir las obras de la capilla. Su estilo pertenece al último periodo del gótico. Rodeada por una maravillosa cadena de 90 eslabones, cuenta la leyenda que fue un forastero y escultor, llegado a la ciudad hacia el año 1.500, quien se ofreció para esculpir la cadena, D. Pedro Fajardo accedió a ello, pero le advirtió de que si la obra no era de su agrado, le costaría la vida. El escultor necesitó siete años para terminar la cadena que causó gran admiración entre todos los murcianos. La leyenda también dice que pese a tan magna obra, el escultor sufrió un aciago final.

EL PALACIO ALMUDÍ
Se trata de un edificio singular de estampa imponente del siglo XV, situado en el Plano de San Francisco, y con un patio de columnas que nos traslada a la Murcia Barroca. Fue un antiguo depósito de grano -alhóndiga- de la ciudad. La primera idea de construir en Murcia un almacén público para los cereales recaudados como diezmos se le atribuye al rey Alfonso X el Sabio en el siglo XIII.
Las obras del edificio, a cargo de Esteban Fernández, se terminaron en 1440. Posteriormente, en el siglo XVI, sufrió diversas remodelaciones. En el siglo XVII se habilitaron provisionalmente varias de sus salas como depósito de armas, mientras se terminaba el edificio del Contraste y fue en 1612 cuando la caída de un rayo en el polvorín que allí se guardaba provisionalmente, destruyó gran parte del edificio.
El edificio se convirtió en 1886 en Audiencia Judicial, y hoy alberga el archivo de la ciudad, ubicado en la primera planta, donde se guarda documentación administrativa de Murcia y de la huerta desde el siglo XIII. También es centro de arte, ya que sala de columnas toscanas de la planta baja está destinada a sala de exposiciones.
La puerta principal del inmueble está coronada por un enorme escudo real de los Habsburgo, el cual está flanqueado por dos escudos de Murcia de menor tamaño, que cuentan con sólo 6 coronas al ser anterior al reinado de Felipe V, monarca que otorgó la séptima corona a la ciudad de Murcia.
En la fachada puede contemplarse el medallón en relieve de la Matrona de Murcia o del Pósito del pan, obra de Hernando de Torquemada, que representa una matrona -Murcia- que amamanta a un niño al lado del suyo, y que es significativo símbolo de la hospitalidad de los murcianos. El relieve se remata con un pelícano, que simboliza la abundancia.
El Palacio Almudí era el lugar destinado a la compra-venta de trigo y otros cereales. Como el trigo ha sido casi siempre la base de la alimentación de los pueblos y había frecuentes años de carestía y hambrunas, los poderes públicos se preocuparon por construir depósitos de grano para cubrir las necesidades de la población, tanto de alimento como de simiente.
El nombre de Almudí viene de la medida de capacidad de áridos equivalente a seis cahíces. A este lugar acudían cosecheros y tratantes para realizar todas las transacciones comerciales. Asimismo, el Concejo hacía el reparto del trigo a los panaderos.
Domingos y festivos: 11-14h.

SANTUARIO DE LA FUENSANTA
Muy cerca de Murcia, en la pedanía de Algezares, está el Santuario de la Fuensanta, residencia habitual de la Virgen patrona de la ciudad, desde el que visita la ciudad dos veces al año en romería (Cuaresma y Fiestas de Septiembre). El culto a la Virgen de la Fuensanta -que sustituyó a la Virgen de la Arrixaca como patrona- data de la Edad Media, época en la que los ermitaños tomaban agua de una "Fuente Santa". El Santuario, tal y como hoy lo conocemos, se remonta a finales del siglo XVII, habiendo sufrido desde entonces diversas restauraciones.
Se trata de un tradicional templo del barroco murciano, que consta de tres naves; una central más amplia y dos laterales con capillas. La portada (1705), obra de Toribio Martínez de la Vega, presenta dos torres y una puerta en arco de medio punto, destacando dos ángeles que sostienen el escudo del Cabildo de la Catedral -a cuya iniciativa se debe la construcción del templo- y una hornacina central con la imagen de la Virgen de la Fuensanta, obra de Jaime Bort, flanqueada por San Patricio y San Fulgencio.
En el interior hay unos espléndidos relieves y esculturas de González Moreno. Las pinturas y murales de la cúpula y del coro son obra del pintor Pedro Flores. En la primera aparecen representados el pueblo y la historia de Murcia en una romería de la Virgen, con Alfonso X, el Conde de Floridablanca, el cardenal Belluga, Francisco Salzillo y otros personajes ilustres de la historia murciana. En el coro se representa la coronación de la Virgen de la Fuensanta en el Puente Viejo.
La imagen de la Virgen de la Fuensanta era una más de las diversas imágenes existentes y se tenía conocimiento de la misma desde el siglo XV, celebrándose su culto durante la Encarnación y la Natividad. A finales del siglo XVII se produjo una importante sequía y fueron muchos los fieles que fueron a rezar a la virgen. Tras la romería al templo finalizó la sequía, este hecho se repitió varias veces y de este modo a mitad del siglo XVIII la Virgen de la Fuensanta se convierte en la patrona de la ciudad, lo que proporciona mayor relevancia al nuevo templo.
Próximos al Santuario de la Virgen de la Fuensanta se encuentran la Ermita y el Monasterio de la Luz (cuyos primeros pobladores fueron anacoretas), la Ermita de San Antonio el Pobre y el Convento de los Franciscanos de Santa Catalina del Monte, lugares todos ellos que merece la pena visitar.
9:00-13:00h y 16:00-18:30h.
Horarios de misa (a partir del 16 de septiembre):
Lunes – Sábado: 17:00h.
Domingos y festivos: 10:00h, 12:30h y 17:00h.
Lunes – Domingo: 9:00-13:00h y 16:00-19:00h.
Horarios misa verano (1 julio a 15 septiembre:
Lunes – Viernes: 9:00h, Sábado: 19:00h,
Domingos y festivos: 11:00h y 19:00h.
Contactar previamente con el sacristán.
SÓLO SÁBADO,DOMINGO y FESTIVOS.
Bajada Murcia 50A (Sábado) y 50B (Domingo y festivos).

MONASTERIO DE LOS JERÓNIMOS
A escasos kilómetros del centro urbano, en plena huerta -pedanía de Guadalupe- se encuentra el Monasterio de los Jerónimos, un edificio conventual que perteneció a la Orden del mismo nombre, titulares también del famoso recinto religioso madrileño.
Este monasterio, procede de otro anterior fundado en 1579 en un lugar cercano que se conoció como la Ñora de Abajo, en la actual pedanía de La Ñora; de ahí que en los capítulos monásticos de la orden fundacional se le titulara como monasterio de San Pedro de la Ñora, denominación que se mantuvo en su nuevo edificio, aunque dicho nombre cayó en desuso tras la exclaustración de la orden jerónima en 1835, conociéndose desde entonces como monasterio de Los Jerónimos.
Fue construido a comienzos del siglo XVIII por encargo de los monjes jerónimos, que buscaron en esa zona de la huerta un lugar a salvo de las inundaciones, bajo la dirección del arquitecto y monje de la Orden Antonio de San José. Declarado Monumento Histórico Nacional, se le ha denominado "el Escorial murciano", tratándose de una obra de grandes proporciones. Con planta de cruz latina, tiene fachada en ladrillo visto, puerta con arco de medio punto y dos esbeltas torres coronadas con cúpulas de teja vitrificada en el característico color azul del barroco murciano, al igual que la cúpula poligonal del crucero, de considerables dimensiones.
El interior está profusamente decorado con yeserías blancas geométricas sobre fondo azul. En él destaca el retablo Mayor barroco, en mármol, alabastro y madera dorada. El retablo puede fecharse en torno a la década de 1780. Se trata de una obra de transición entre el barroco y el clasicismo formal, aunque ha perdido algunos elementos originales y tiene como guía la fachada de la Catedral de Murcia.
El Monasterio sufrió diversas vicisitudes a lo largo de la historia, en particular a consecuencia de la desamortización de Mendizábal, tras la que se produjo el abandono y el saqueo del edificio. Posteriormente fue cedido a los Jesuitas. En la Guerra Civil, convertido en cuartel de aviación, desaparecerían el retablo, el coro, la sillería y todas las imágenes, a excepción de la de San Jerónimo, a quien está dedicada la Iglesia, tratándose de una de las mejores obras del escultor Francisco Salzillo, que se conserva actualmente en el museo catedralicio.
Hoy en día, el Monasterio, tras varias restauraciones y acondicionamientos se ha constituido en sede de la Universidad Católica de San Antonio, lo que lo convierte en uno de los focos culturales de la Región.

EL REAL CASINO
Es un edificio singular desde el punto de vista arquitectónico y un lugar emblemático de Murcia, de la que constituye seña de identidad. Realizado a finales del siglo XIX, en él se recrean diferentes estilos.
Ubicado en una de las principales calles del centro peatonal - Trapería- sorprende al visitante por su eclecticismo. Por ejemplo, la fachada que es obra del arquitecto Pedro Cerdán Martínez, contiene elementos decorativos tanto clásicos como modernistas.
Nada más entrar, el visitante se encuentra con un patio árabe obrado en dos alturas y rematado por una gran cúpula de hierro y cristal. Con una rica decoración, está inspirado en los salones reales de La Alhambra y el Alcázar de Sevilla.
A continuación de este patio, se accede a la galería, un enorme pasaje cubierto a modo de calle privada. Hace las veces de distribuidor de las distintas dependencias del Casino, además de lugar de reunión. El resto de las habitaciones de la planta baja, se organizan a ambos lados de esta galería.
El Congresillo es el nombre popular de un salón interior que fue lugar de reunión de personajes influyentes dentro de la vida económica y social de Murcia, que ejercieron una notable influencia en nombramientos de cargos políticos y toma de decisiones.
El patio pompeyano, decorado con una bella estatua femenina del escultor José Planes, cuenta con catorce columnas -hechas de una sola pieza, con capitel jónico-, que forman un conjunto de gran efecto artístico.
El Salón de Baile es quizá la dependencia más conocida del edificio y espléndido testigo de la vida social de Murcia durante más de un siglo, fue dirigido por el famoso arquitecto José Ramón Berenguer, de estilo neobarroco. Las valiosas pinturas que lo embellecen -cuatro matronas entre nubes- representan la Música, la Escultura, La Pintura y la Arquitectura. Cuatro medallones representan a los hijos ilustres de Murcia: Romea, Salzillo, Floridablanca y Villacís.
Destaca también el tocador de señoras, no solo por el lujo con el que está concebido, sino también por el lienzo que decora el techo, obra del pintor Marín Baldo, que muestra una alegoría de la noche representada por la diosa Selene. Los ojos de la mujer alada que cae envuelta en llamas se han hecho famosos debido al efecto óptico por el que siguen a quien los mira desde cualquier parte de la sala.
También hay que destacar la biblioteca, el salón de billar, y dos salones de tertulia con enormes ventanales a la Calle Trapería a los que los murcianos, con el fino humor que les caracteriza, apodaron 'las Peceras'.

EL PALACIO EPISCOPAL
En la plaza del Cardenal Belluga se alza, junto al majestuoso imafronte de la Catedral, el Palacio Episcopal. Se dice que cuando el obispo Mateo decidió la construcción de una residencia desde la que se pudiera contemplar la recién terminada fachada de la Catedral, impulsó la edificación de este palacio de planta cuadrada. Sede oficial de la Diócesis de Cartagena, fue levantado en el siglo XVIII y hoy es uno de los inmuebles más importantes del patrimonio monumental de la ciudad de Murcia.
El primitivo Palacio Episcopal de Murcia se encontraba hasta mediados del siglo XVIII justo en el lado de enfrente de la actual plaza del Cardenal Belluga. Aquel primitivo palacio renacentista ocupaba gran parte de lo que hoy es la plaza, creada a raíz de la reforma urbanística de los alrededores de la Catedral tras la construcción del imafronte.
Una vez derribado el viejo palacio, se pensó en construir uno nuevo en el solar que hasta entonces ocupaba el palacio del Adelantado Mayor del Reino de Murcia.
De elementos arquitectónicos muy singulares, es otra de las obras cumbres del patrimonio monumental en Murcia. En su construcción colaboraron varios maestros canteros venidos de las obras catedralicias. Se compone de dos edificios ensamblados:
El llamado Martillo del Palacio (el mirador del obispo); es un espigón saliente construido antes de que se iniciara la construcción del cuerpo principal con el fin de tener un mirador sobre el Río Segura y el Paseo del Arenal o Glorieta.
El cuerpo principal o palacio propiamente dicho; fue construido con claras influencias del último manierismo italiano, por lo que se le relaciona con los palacios romanos.
Las puertas-balcón de sus fachadas son soluciones arquitectónicas que tienen su origen en las concebidas por Miguel Ángel para el Palacio Farnese de Roma en el año 1546. Los tratamientos murales a base de ornamentaciones al fresco son otra característica de los palacios romanos y napolitanos.
Del interior son de gran interés: la escalera imperial, que responde a los esquemas más peculiares del barroco romano; el patio, organizado en tres arcadas en orden dórico y un cuerpo superior más compacto; y la pequeña capilla del Obispo, de planta circular. El escudo que preside el balcón principal del palacio recuerda al Obispo Roja, bajo cuyo mandato se terminó la obra en el año 1.786.
La realización del palacio a mediados del siglo XVIII, junto con otros edificios y obras públicas, ponen de manifiesto la importancia de los cambios urbanísticos que se dieron en Murcia en dicho siglo.

EL CASTILLO DE MONTEAGUDO
El castillo de Monteagudo se localiza en lo alto de un cerro de roca calcárea, desde el que se domina todo el valle septentrional de la huerta. En sus laderas se asienta la población de Monteagudo, a unos 5 Kms. de la ciudad de Murcia.
Dado su carácter militar, su emplazamiento responde a motivaciones estratégicas. Tal como indica su topónimo (Monte-agut), la fortificación ocupa un macizo muy abrupto de 149 m de altitud máxima y se extiende a lo largo de dos plataformas de unos 400 m. de diámetro. A sus pies discurre el "camino viejo de Monteagudo" que une dos importantes vías de comunicación que parten de la ciudad: los caminos de Alicante y de Castilla.
Es por eso que el poblamiento en este lugar haya sido prolongado e ininterrumpido: cultura argárica, íberos, romanos y árabes.
Los restos arquitectónicos que han llegado hasta nosotros son fruto de numerosas reparaciones y ocupaciones que se remontan al período islámico. Antes de la fundación de Murcia debió ser un castillo rural donde se refugiaban los campesinos del entorno. Cuando la ciudad se convierte en la verdadera capital del territorio, "hisn Montagut" se transforma en un castillo urbano, verdadero fortín y atalaya defensiva de los emires murcianos que residían en la ciudad y en la almunia real de la que forma parte el propio castillo.
En lo referente a las técnicas constructivas, los alarifes musulmanes construyeron sus murallas con sólidos lienzos de tapial de argamasa que están jalonados con torres rectangulares de poco saliente y situadas muy próximas entre sí, actuando como verdaderos contrafuertes. Al recinto inferior se accede por el flanco sur a través de un camino de tierra y un tramo de escaleras de cierta dificultad. A lo largo de este recinto que se despliega por el flanco noreste, se aprecia la existencia de grandes aljibes, graneros y otras estancias. El acceso se realiza a través de unas escaleras y de una interesante puerta en codo, tallados a pico y cincel sobre la roca de base. Constituye una auténtica alcazaba fuertemente defendida y con una planta mucho más regular que forma un rectángulo de 50 x 25 m.
Tras la conquista cristiana, el castillo no perdería su carácter estratégico, quedando bajo control de la monarquía castellana. Sabemos que fue visitado al menos en dos ocasiones por el propio Alfonso X el Sabio y en él residieron diferentes alcaydes reales. Esa situación perduró hasta los últimos años del siglo XV, cuando los Reyes Católicos conquistaron el Reino musulmán de Granada.

EL PASEO DEL MALECÓN
El paseo del Malecón es un muro de contención contra las avenidas de las aguas del río Segura. Tuvo su origen hacia el año 1420, fecha en la cual y tras dos importantes inundaciones, se toma la decisión del Concejo de la Ciudad de demoler las viejas y castigadas casas del barrio de la Arrixaca, para construir un muro, que se levanta sobre las mismas motas del río del actual paseo.
A pesar de haber sido objeto de numerosas reparaciones, al llegar el siglo XVIII se hallaba muy deteriorado a causa de las lluvias, los vientos, el paso de las caballerías y el continuo tráfico de la ciudad, acometiéndose su reedificación en el año 1.736 por el Corregidor de la ciudad D. Francisco de Luján y Arce. A partir del año 1745, es cuando por mediación del Cardenal Belluga es reconstruido totalmente, tomando la forma que hoy conocemos.
Hoy en día es un excepcional paseo a unos tres metros de altura sobre el nivel del suelo. Como una lengua de piedra se adentra más de 1.500 metros en la Huerta intentando rodear la ciudad por su lado oeste, y discurriendo entre los jardines del antiguo Convento de San Francisco y el del Botánico. Se trata de un lugar para el ocio y el paseo desde el que se disfruta de magníficas vistas. Para el descanso cuenta con numerosos asientos de piedra a lo largo de todo su recorrido.
Destacan la presencia de un Triunfo dedicado a María, la estatua del filántropo murciano D. José María Muñoz, y las viejas portadas de los huertos y las casas que flanquearon el Malecón.
En su margen izquierdo se encuentran el Colegio de los Maristas y el Convento de Capuchinas.
En el margen derecho se ubica el Jardín Botánico, nacido de la unión de los terrenos del antiguo jardín con otros huertos colindantes como el huerto de los Cipreses o el de las Bombas, con una preciosa portada barroca que aún se conserva. Hoy día es el jardín de mayor extensión de todos los existentes en Murcia y, desde que fue destinado como jardín botánico, recuperó el nombre con el que muchos ciudadanos lo conocen. Originalmente pertenecía a un Instituto Provincial, y fue creado para las prácticas de sus alumnos, restos de ese jardín son los ejemplares de árboles más notables que aún subsisten.
También en el margen derecho del Malecón, aún hoy podemos observar inmuebles construidos años atrás, como es el caso del gran caserón con miradores y balcones, que fue casa del poeta murciano Pedro Jara Carrillo.
Paseo del Malecón
Paseo del Malecón

EL PARQUE ESCULTÓRICO ANTONIO CAMPILLO
En el Parque Escultórico se contempla la culminación de un formidable artista. Encierra una variada muestra de las más valiosas obras femeninas, surgidas de la mente y de las manos del escultor, pero también su deseo constantemente manifestado de que parte de su obra permaneciera expuesta al aire libre. El parque es como un canto a transformada armonía: las féminas bailan, juegan, saltan, pasean, descansan, platican...
Nueve emotivas escenas de la vida ordinaria de la mujer convertidas en decisivo arte y once relieves que reflejan costumbres y oficios realizados a fines de los años 50, conviven en este museo, siempre abierto en la Avenida Príncipe de Asturias.
El escultor murciano Antonio Campillo (1926-2009) realizó, durante su larga trayectoria, importantes obras, de muy variado contenido, en las que legó el reflejo de su madurez artística. Murcia, la tierra que tanto amó, está sembrada de sus esculturas, que ocupan puntos céntricos y estratégicos de la ciudad.

LA HUERTA
Ocupa el terreno en declive entre dos cadenas montañosas paralelas por las que discurre el Segura en su camino hacia el mar.
Extendida por toda la Vega Media del río Segura, es un valle por el que el río a lo largo de toda la Era Cuaternaria ha ido depositando con sus avenidas un lecho fértil para el cultivo, los aportes del río Guadalentín que desemboca en el Segura aguas abajo de la ciudad de Murcia, también han contribuido a la formación de la Huerta. Los primeros pobladores prehistóricos no habitaron el fondo del valle por ser tierras pantanosas y con alto riesgo de inundaciones, encontrándose restos argáricos en las faldas de los montes que bordean el valle del Segura.
Aunque los romanos ya cultivaban en la Huerta de Murcia, fueron los musulmanes los que desecaron los terrenos pantanosos y crearon un sistema de riego y de drenaje muy eficaz a partir de la Contraparada: primer lugar de visita para quien desee introducirse en el conocimiento de la Huerta de Murcia, es el punto de partida de un sabio aprovechamiento de las aguas que hace que éstas se introduzcan en la Vega para que, mediante multitud de acequias que se ramifican, puedan llegar hasta puntos muy distantes de ambas márgenes del río, propiciando desde hace siglos el cultivo de frutales, cítricos y hortalizas.
Con la Reconquista de Murcia por Alfonso X el Sabio, muchos musulmanes huyeron a Granada y grandes terrenos de la Huerta quedaron despoblados. El rey Alfonso repartió entre los cristianos los bancales de la huerta en pequeñas superficies, apareciendo entonces el minifundio.
Al final de la Reconquista, en el siglo XVI, se produjo un importante desarrollo agrícola con la introducción del naranjo y la morera, con la base de la industria de la seda. En este siglo se construyeron importantes obras hidráulicas como el malecón, la supresión de meandros del río, el encauzamiento de algunos tramos y de acequias y la construcción de las norias que elevaban el agua a bancales más altos para su riego.
En la posición hegemónica que Murcia ocupó en la producción y comercio de la seda, fue decisivo el casi monocultivo de la morera, al que la huerta brindaba unas condiciones óptimas.
La huerta de Murcia es además fiesta, folklore y gastronomía, que se celebra cada año en los festejos y desfiles populares del Bando.