El Belén de Salzillo
El Belén de Salzillo es una de las obras más reconocidas dentro de la historia del arte español. Se llegó a señalar que el escultor murciano se adelantó a Goya al situar el alma del pueblo en primer plano con este excepcional conjunto de más de quinientas figuras, en los momentos en que se subrayaron sus valores más pintorescos y populares. Frente a los belenes napolitanos, que tan de moda se pusieron en el siglo XVIII, de corte más mundano, el ideado por Salzillo se correspondía con la tradición belenística española, más proclive a la representación de los misterios sagrados.
Es por ello por lo que este panorama navideño realizado a finales del siglo XVIII es ante todo una manifestación de religiosidad y devoción, fiel a la personalidad del escultor, en el que también se hacen patentes los gustos y caprichos de su comitente, el noble murciano Jesualdo Riquelme. Al ser realizado al final de la vida de Salzillo se dijo que este conjunto suponía el último y más bello canto del cisne y en efecto lo fue, al compendiarse en él muchos de los logros de las obras ideadas por Salzillo a lo largo de toda su vida y que difundieron sus propios discípulos, como el mismo Roque López.
Los campesinos y pastores de la España de aquel entonces, desplegados dentro de una visión arcádica y afable de la naturaleza próxima a los ideales de la Ilustración, acompañan a las delicadas y expresivas figuras sagradas, ensalzadas por las tonalidades más vivas de sus policromías y los ricos estofados. Quedan así jerarquizadas las figuras, modeladas con gran destreza, como el caso de los gráciles y delicados ángeles.
Las ricas libreas de los pajes del Cortejo de los Reyes Magos, los rostros individualizados de los soldados de Herodes, la actitud trágica de las madres que defienden a sus hijos en la Degollación, los instrumentos musicales de los pastores, la belleza exquisita de los diferentes rostros de la Virgen, la precisión histórica de las arquitecturas, todo eso y mucho más conforman algunos de los mil y un detalles presentes en el Belén y que pueden apreciarse en cada visita, siempre gratamente sorprendente, a la sala que lo guarece y lo muestra en el Museo Salzillo.
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